Llega el verano y la ilusión renace,
la vida se renueva, el sol calienta
y la sangre que corre por mis venas
despierta mis sentidos y me lleva
a vivir nuevamente la pasión.
Un fuego renovado se ha encendido
en mi espíritu y crece la alegría
olvidada hace tiempo. Se ilumina
la vida y es la dicha nuevamente
posible y alcanzable. Me despierto
con ganas de sacarle a cada día
su fruto más sabroso y disfrutar
la vida plenamente, apasionada,
intensa y sin la sombra tan siquiera
de esa tristeza amarga, dura, terca
que a veces me derrota. Ya no quiero
dejar que la apatía me conquiste,
quiero vivir, gozar, sentir la vida
y derramarme plenamente en ella.
V. K.