Imagino el tacto tibio de tu piel
dorada bajo el sol junto a mi cuerpo.
Pienso en tus ojos fijos en los míos
diciendo en su mirar que me desean
igual que te deseo yo ahora mismo.
Recuerdo la armonía melodiosa
de tu voz susurrándome al oído
que me quieres y estás deseando verme.
Sueño el abrazo firme de tu cuerpo
rodeando el mío con firmeza y fuerza.
Acaricio en mi mente cada curva
de tu cuerpo anhelante y sudoroso
en una noche eterna de lujuria
que en mi mente esta viva a cada instante
cálida, intensa, persistentemente.
V. K.